Marinero, con alma de espuma,
con cuerpo de sal y manos de acero,
Marinero, vestido de bruma
pálido de luna
con mirada errante
y labios de fuego.
Marinero, que llegas a puerto,
sediento de besos, caricias y encuentros,
marinero, que buscas fundirte en la fragua ardiente
de unos ojos bellos.
Marinero, sin amor sincero,
juras mil te quiero, y en cualquier esquina
te dejas querer,
pero pronto olvidas, tu hombría en la noche
ante los reproches de alguna mujer.
Marinero, que de puerto en puerto,
de enero en enero, vas mintiendo amores
bajo los luceros,
¿Qué temor escondes, qué dudas enfrentas?
¿Qué miedos te callas?
¿Quién es esa sombra, que siempre te ronda,
te atrapa, te cambia?
Me lo negarás, no es bueno ser débil
sabiéndose hombre,
pero ella está ahí, siempre junto a ti,
te aterra, te expone.
De ella son tus días, de ella son tus noches,
y en la intimidad, se adueña de ti,
te posee y te rompe.
La sueles nombrar,
rasgando tu almohada de lino y de mar.
Y en la soledad, es tu soledad,
esa novia fiel que contigo va.
No te dejará, por más que te empeñes
buscando el amor en otros amores.
Te aguarda paciente, te aguarda, se esconde.
Hasta que regresas, borracho de ron
hastiado de goces.
La puedes nombrar que contigo está,
Te ahoga en su abrazo
te humilla, te rompe
Es la soledad, ¡soledad es su nombre!
Autor: Bernardo Pérez Bragaña
0 comentarios:
Publicar un comentario