Me he bebido tu cuerpo
para echarme andar,
cuanta sombra de besos
en mi caminar,
al roció vespertino
le oí respirar
y empaparse de sueños
una vez más.
Cómo hago amor mío
si la soledad me rodea,
y me cubre de sombras
en mi despertar.
Quítame si quieres
la frescura del agua
y olor a uvas en mi lagar,
pero nunca te lleves
la esperanza que anida
en el tiempo sin vida
que ya se va.
Déjame que le ponga
nubes rojas y blancas
a mi realidad,
que no se duerman un día
esos duendes amigos
de mi cielo de cristal,
que el miedo no me cale
hasta hacerme llorar.
Que se llene la cesta
de caricias viejas
y otra nuevas por estrenar,
que ando toda perdida
entre surcos de arena
de mi playa dormida
sin querer despertar.
Soy la gaviota herida
que pierde la vida
sin volver a volar,
distanciada y vencida
entre olas de espuma
y caracolas de sal
Ana Ocaña
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